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Acabas de sembrar un campo y te preparaste para descansar antes de las cosechas, pero tus molestos topos rompieron tus planes. De forma inesperada, eligieron su sitio para cavar agujeros por sí mismos. Periódicamente, sus hocicos con la cara ciega sobresalen hacia la superficie y luego no bostezan, los golpean con un martillo directamente en la cabeza para que no sea inconsistente.