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El pescado del supermercado se trasladó a la bolsa de la anfitriona, que lo llevó a casa. Aquí está la vida, pensó el pez, pero fue cruelmente equivocada. Pronto se la llevaron y la puso en una parrilla caliente. A semejante calor, la pobre muchacha se levantó de un salto y decidió usar esto para escapar.