Tener un dragón domesticado es buena suerte para cualquier mago, pero no todos los dragones están listos para obedecer. Nuestro héroe es un mago relativamente joven que se propuso domar a un dragón que vivía en pena. Llegó a la cueva y comenzó a lanzar hechizos, pero en lugar de someterse, la criatura decidió devorarlo. El mago tendrá que tomar sus pies.
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